7 ago 2013

¿Mucho pedir?

"Quiero a alguien que cuando me ponga borracha me lleve a casa en brazos, me rompa las medias con la boca y luego me compre otras. Me haga el amor contra la pared y se meta conmigo en la bañera, que se pierda conmigo para después rescatarme de laberintos sin sentidos, que saque la espada y me defienda de víboras, pirañas y putas. Alguien que cosa disfraces a mis días malos y los convierta en buenos, que no se enfade si no me entiende, ni me entiendo y lo mareo. Que me saque la lengua cuando me ponga tonta y me haga enmudecer, que no dé por hecho que siempre voy a estar ahí pero que tampoco lo dude. Que no me haga sufrir porque sí; pero que no me venda por amor eterno manoseado.

Alguien que no pueda caminar conmigo por la calle sin cogerme de la mano, que no me compre con regalos pero que tenga mil detalles de papel, que no le guste verme llorar y me haga reír hasta cuando no tengo ganas, que de vez en cuando decida perseguirme en los bares y conocerme otra vez, que me mire, lo mire, y me tiemblen las piernas sin remedio. Alguien que esté loco por mí, y no se le olvide decírmelo los días de resaca y que si se pone animal, sea sólo en la cama, y me mate a besos por la mañana. Que no se acostumbre a mí y deje de inventar nombres nuevos para despertarme, que si mira a otra, luego me guiñe un ojo, y se ría de mis celos de hojalata.

Pero sobre todo que no tenga que perderme para darse cuenta de que me ha encontrado..."

9 abr 2013

La paradoja de nuestro tiempo es que tenemos edificios más altos y temperamentos más reducidos, carreteras más anchas y puntos de vista más estrechos.
Gastamos más pero tenemos menos, compramos más pero disfrutamos menos.
Tenemos casas más grandes y familias más chicas, mayores comodidades y menos tiempo.
Tenemos más grados académicos pero menos sentido común, mayor conocimiento pero menor capacidad de juicio, más expertos pero más problemas, mejor medicina pero menor bienestar.

Bebemos demasiado, fumamos demasiado, despilfarramos demasiado, reímos muy poco, manejamos muy rápido, nos enojamos demasiado, nos desvelamos demasiado, amanecemos cansados, leemos muy poco, vemos demasiado televisión y oramos muy rara vez.

Hemos multiplicado nuestras posesiones pero reducido nuestros valores.
Hablamos demasiado, amamos demasiado poco y odiamos muy frecuentemente.

Hemos aprendido a ganarnos la vida, pero no a vivir.
Añadimos años a nuestras vidas, no vida a nuestros años.
Hemos logrado ir y volver de la luna, pero se nos dificulta cruzar la calle para conocer a un nuevo vecino. Conquistamos el espacio exterior, pero no el interior.
Hemos hecho grandes cosas, pero no por ello mejores.

Hemos limpiado el aire, pero contaminamos nuestra alma.
Conquistamos el átomo, pero no nuestros prejuicios.
Escribimos más pero aprendemos menos.
Planeamos más pero logramos menos.
Hemos aprendido a apresurarnos, pero no a esperar.

Producimos computadoras que pueden procesar mayor información y difundirla, pero nos comunicamos cada vez menos y menos.

Estos son tiempos de comidas rápidas y digestión lenta, de hombres de gran talla y corta edad de carácter, de enormes ganancias económicas y relaciones humanas superficiales.

Hoy en día hay dos ingresos pero más divorcios, casas más lujosas pero hogares rotos.
Son tiempos de viajes rápidos, pañales deshechables, moral descartable, acostones de una noche, cuerpos obesos, y píldoras que hacen todo, desde alegrar y apaciguar, hasta matar.

Son tiempos en que hay mucho en el escaparate y muy poco en la bodega. Tiempos en que la tecnología puede hacerte llegar esta carta, y en que tú puedes elegir compartir estas reflexiones o simplemente borrarlas.

Acuérdate de pasar algún tiempo con tus seres queridos porque ellos no estarán aquí siempre.

Acuérdate de ser amable con quien ahora te admira, porque esa personita crecerá muy pronto y se alejará de ti.

Acuérdate de abrazar a quien tienes cerca porque ese es el único tesoro que puedes dar con el corazón, sin que te cueste ni un centavo.

Acuérdate de decir 'te amo' a tu pareja - y a tus seres queridos, pero sobre todo dilo sinceramente.

-Un beso y un abrazo pueden reparar una herida- cuando se dan con toda el alma.

-Acuérdate de tomarte de la mano con tu ser querido y atesorar ese momento, porque un día esa persona ya no estará contigo.

Date tiempo para amar y para conversar, y comparte tus más preciadas ideas.

Y siempre recuerda:

La vida no se mide por el número de veces que tomamos aliento, sino por los extraordinarios momentos que nos lo quitan.


George Calin.

26 mar 2013

Just one.

Quisiera pensar que esta es la última vez que te recuerdo.



Es verdad, ya no paso los días pensando en ti. Pero a veces te echo de menos.
En realidad no es a ti a quién echo de menos, lo que anhelo es todo lo que podría haber sido y nunca será. Aquello que me hacía soñar despierta día a día, y que era un motivo por el que seguir y luchar.
Confieso que a veces aún te busco. Pero por suerte nunca te encuentro.
Y sí, a ratos seguiría dando lo que fuera porque así fuese, pero estoy aceptando que esto ha llegado al final.

"Olvídate de mí."

Ya me cansé, tiro la toalla como un cobarde. Y así lo haré.

No diré que no te quise, no diré que me hiciste feliz, no diré que me hiciste volar con los pies en el suelo, no diré que soñé hasta el punto de sentir que todo era real, no diré que es contigo con quién sueño, no diré que no te recuerdo, no diré que no me pierdo pensando en ti, no diré que por ti lo habría dado todo.
Mejor callaré, lo que sentí y lo que siento. Todo. No hay que darle más vueltas de lo debido a algo que ya es pasado.

Ahora intento levantarme día a día, pero no lo consigo. Sé que me lancé al precipicio de cabeza hace tiempo, y aquí estoy, en el fondo, y sin saber por dónde salir. Está todo tan vacío.
No consigo que nada me motive. Nada. Pero no me rindo, seguiré buscando una mínima ilusión.

Una batalla perdida. Pero de los errores se aprende, quizás demasiado.

Hasta pronto y hasta siempre, te llevaste un pedazo de mi alma y mi corazón, cuídalos. Yo te guardaré en mi memoria, por siempre.


Todo el mundo tiene miedo a morir... pero, ¿y qué me dices del miedo a no vivir?
¿Qué es peor, morir o matar tu vida?

Hay caminos para llegar allí, si estás lo suficientemente interesado.

Let's try again.


-No digas nada.-

12 feb 2013

Roto todo.

Se acabó. Esta historia ha tocado fondo. Y ésta es la definitiva.

Ya no hay nada que hacer.

Olvidar. Cómo se olvida lo que llevas clavado en lo más profundo de tu alma y de tu ser, cómo. Es imposible, es como intentar desprenderte de una parte de ti, una prolongación. Es matar una parte de tu alma.

Y el vacío que se queda. Insoportable.

Es imposible de aceptar, sabes que es algo sin lo que no quieres vivir. De hecho, es lo único que sabes con lo que te gustaría vivir eternamente. Y no puede ser. Tiene que desaparecer ese deseo de ti.

Tener la sensación de que de la noche a la  mañana se ha destrozado mi mayor sueño. Ahora sabes con certeza que jamás se cumplirá.

Tal vez duele demasiado.

Y ahora tengo un puzzle formado por millones de pedazos de mi ser que no sé cómo empezar a reconstruir.
La verdad que ni sé cómo empezar a aceptar esto. Ni por dónde empezar. Ni cómo.

Por no saber, no sé ni lo que quiero ni espero de mi vida.

Ojalá hace ahora cinco años nunca hubiéramos coincidido en aquella maldita habitación.

Es verdad, tal vez si hubiera sido así nunca habría aprendido que se puede amar hasta que se desgarra el alma a pedazos. Que se está dispuesto a cometer las locuras más inimaginables por amor. Que se pueden pasar más de los 3600 segundos de una hora pensando en una persona. Que se pueden llegar a imaginar las cosas más preciosas e increíbles, contigo.

A pesar de todo me has enseñado que se puede rozar el cielo sólo con un beso. Que un abrazo te hace olvidar el mundo. Y a soñar despierta hasta el punto de que los sueños pueden llegar a hacerse realidad.
Odio las despedidas. Odio tener que decir adiós a nuestro amor. Odio tener que seguir, pero sin ti.

Me moriré de ganas de decirte que te voy a echar de menos.

22 ene 2013

Soltar para avanzar.

A veces nos empeñamos en aferrarnos a algo, pensando que eso es la cura para todos nuestros problemas, que si no lo conseguimos, nunca llegaremos a estar completos, a ser felices, que es algo que tiene que ser parte de nuestra vida.

Y creemos que sin eso no se puede vivir. Nos hemos acostumbrado tanto a depender que ya no sabemos por dónde cortar los lazos que nos unen. Es como una parte de nosotros de la que nos queremos desprender, mientras una parte de nuestro subconsciente nos susurra que sin eso no podemos vivir.

Pero no es así. Una vez vivimos sin ello.

Y por mucho que cueste, sabemos que en el fondo, es lo mejor.



10 ene 2013

XI

Mi amor, este poema
es para que lo leas cuando no esté a tu lado,
cuando no pueda ya cuidar de ti.

No te conformes nunca con alguien que no piense
que tú eres una llama más antigua que el fuego,
que tú eres su razón para vivir.

Aprende a no querer a los que no te quieran
y elige bien a qué le tendrás miedo:
no habrá sombra que oculte lo que tú temas ver.

Escapa del que piense
que el aire es la pared de lo invisible
y huye de aquel que crea
que es más feliz quien menos necesita,
porque ése no podría necesitarte a ti.

No te rindas, no olvides jamás que la tristeza
sólo es la burocracia del dolor.
Y si sientes que el mundo se derrumba,
no intentes abrazarte
a otro que esté cayendo a la vez que caes tú,
como yo hice conmigo.

Algún día
tendrás que despertarte para salvar tus sueños.
Algún día sabrás que en las promesas
hay siempre un cristal roto
en el que aúlla el viento frío de la mentira.

Recuerda todo eso.

No escondas lo que sientes por miedo a ser frágil,
como aquellos
que por guardar tan bien lo que más les importa,
lo pierden para siempre.

Recuerda que no hay nada que no pueda
ocurrir cualquier día.
No olvides que esta obra ha terminado.
No olvides que le hablas a un teatro vacío.


Benjamín Prado
(Del libro "Marea humana" en su segunda edición ampliada).

9 ene 2013

Historia clínica

Informó que sufría taquicardia cada vez que lo veía, aunque fuera de lejos.
Declaró que se le secaban las glándulas salivales cuando él la miraba, aunque fuera de refilón.
Admitió una hipersecreción de las glándulas sudoríparas cada vez que él le hablaba, aunque fuera para contestarle el saludo.
Reconoció que padecía graves desequilibrios en la presión sanguínea cuando él la rozaba, aunque fuera por error.
Confesó que por él padecía mareos, que se le nublaba la visión, que se le aflojaban las rodillas. Que en los días no podía parar de decir bobadas y en las noches no conseguía dormir.
-Fue hace mucho tiempo, doctor -dijo-. Yo nunca más sentí nada de eso.
El médico arqueó las cejas:
-¿Nunca más sintió nada de eso?
Y diagnosticó:
-Su caso es grave.