17 jun 2010

Diálogo

Bienaventurados los ojos que te ven!

-...¿me ves?

-¡Pues claro! Ni que fueras invisible, ¿es que no debería?

-Trataba de ser invisible... ¿tanto difícil es?

-Yo no conozco todavía a nadie que lo haya conseguido, pero bueno, puedes seguir intentándolo.

-Me tomas por loco.

Ja, ja! Eso es lo que tú te crees, dejémoslo en... alguien especial.

-¿Especial? ¿Ahora nos llamamos así?

-Muchacho, tienes principios, admiro tu osadía.

-Jamás me entenderías.

-Tal vez seas tú el que no te dejas entender.

-Cierto, tal vez la culpa es mía, ¿pero acaso conoces a alguien a quien le importe?

-Pues...

-¡Ves! Yo tampoco, así que no me tengo por qué preocupar, seguiré intentado ser invisible.

-Eres raro, y lo raro me fascina, tengo una botella de vino, tal vez quieras hablar con ella y conmigo.

-Olvídalo, sería una perdida de tiempo, tendrás cosas mejor que hacer.

-Venga, no te hagas de rogar, aquí te ofrezco un hombro amigo para lo que necesites...

-...bueno, está bien, empezaré por el principio...

"...y allí estaba, esperando impaciente pero sin prisa, ansioso sin esperar nada, inquieto a la vez que la mayor calma corría por mi cuerpo; y sí, sabía perfectamente que ese momento iba a llegar, ya podía sentirlo, tocarlo, olerlo... estaba en el aire que me rodeaba. Me levanté de la silla, con la mayor calma que pude e intentando aguantar la compostura fui a enfrentarle cara, y así fue, así rompí todos los retales que me quedaban de algo a lo que una vez llamé vida..."

-¿Ya? ¿Por eso quieres hacerte invisible? Hijo... no hay quien te entienda.

-Lo siento, pero, ¿dónde dices que tienes esa botella? Necesito un buen trago.

-Toma, es toda tuya.

-Bien, a ver, por donde iba...

"...un paso, el primer paso hacia mi verdadero objetivo. ¿Mi verdadero objetivo? No, no, no... pretendo engañarme a mí mismo, ¡qué paradoja! No, yo no tengo ningún objetivo. En realidad ese fue mi primer paso a la deriva, el comienzo de una nueva etapa, pero una etapa sin ningún objetivo concreto. Tal vez pienses que hablo sin razón y por hablar, pero amigo, creéme, yo no le encuentro el sentido. A cada paso que doy, pierdo algo demasiado preciado que antes ocupaba un huequecito en mi corazón. Y sí, he intentado dejar de andar, he intentado retroceder, pero la marcha atrás es algo que no me está permitido, he intentado cortar mis piernas, pero lo siento... nunca he sido valiente. Y a qué me dedico pues, te preguntarás, es fácil la respuesta, me dedico a esconderme. A esconderme de todo lo que me hace mal, a no enfrentar las cosas cara a cara, ¿por qué?, porque soy cobarde, y tengo miedo. De todo el mundo que me conocía, ya nadie me mira igual, me miran con pena, por eso busco a gente que no sepa de mi pasado, para esconderme entre esa marea y dejarme llevar, pero para que nos vamos a engañar, no, no lo consigo, y no lo voy a conseguir. ¿Sabes lo que es sentirse solo, y que nadie te entienda? Espero, por tu bien, que nunca lo hayas experimentado, porque se pasa mal, muy mal. Me da miedo el día de mañana, me da miedo porque hay muchas cosas que no sé si quiero que se sepan, al igual que no sé si realmente son como creo. Yo ya no sé que quiero en esta vida, he perdido el rumbo. La única salida que veo, no es factible. ¿Qué raro, no? ¿Por qué llamar salida a algo que no lo es? Porque tal vez sí lo sea, pero tal vez sea ese mismo miedo que me encoge el que no me deje probar, o tal vez sea todo lo vivido lo que me echa para atrás. Qué negro lo pinto todo, ¿no crees? O a lo mejor es que todavía no he conseguido quitarme la venda que cubre mis ojos, para hacer frente a la realidad. ¿Qué te parece? Estás oyendo las confesiones de un loco... o persona especial, como prefieras llamarlo, y no opinas nada, aunque bueno, sí, creo que eso es lo normal, nadie habla con los locos, la gente los evita... no te guardo rencor por ello."

-Perdona, perdóname pero... es que no sé que decir...

-¡Tranquilo! Eso es lo que todos dicen, nadie sabe nunca que decir ante algo de gran calibre, no te culpo por ello, yo mismo tampoco sabría que decir.

-¿Y... no crees que exageras? Tal vez lleves razón, y seas tú mismo el que no te deja ver con claridad.

-Amigo... te voy a ser sincero. Sí, tal vez sea así, y lo sé, en el fondo lo sé perfectamente, pero no me encuentro preparado para dar ese paso. Prefiero seguir huyendo de todo, ser cobarde, no sé si realmente es a lo que quiero dedicarme en esta vida.

-Pues, ¿a qué esperas? ¡Sigue adelante, lucha! No hay que ser cobarde, los problemas se solucionan a la cara.

-Sí, lo sé, siempre ha sido mi filosofía, y siempre lo he hecho así. Pero, cuando llega un momento en el que pierdes la ilusión, y las fuerzas de luchar por algo, ¿sobre qué base te apoyas para seguir adelante?

-¡Venga! ¡Anda ya! No exageres, seguro que hay mucha gente a tu alrededor, aunque tú no te des cuenta, hazlo por ellos.

-Lo sé, pero tal vez con eso no me basta, lo siento, pero soy exigente. ¿Dónde va una persona exigente, pero que a la hora de la verdad es un cobarde para enfrentarse a las cosas?

-Tal vez, esa persona sea un gran luchador que tras una gran derrota haya creído que es cobarde, mientras realmente no lo es, lo único es que no se acuerda, ¿tendré que hacerle recordar?

-No te esfuerces, estaré loco, pero no soy necio. ¿Sabes? Tal vez sea mejor así, tal vez esto sea lo mejor. A partir de ahora, seré cobarde. Y sí, sé que así me harán más daño, pero será un daño menor, no quiero luchar a tientas para estrellarme contra una pared.

-Lo siento, pero la gente así no me gusta, no soporto a la gente que no es capaz de enfrentarse a sus problemas, allá tú, pero a mí no me vengas con esas.

-Entonces, qué sugieres, ¿qué luche a tientas?

-Sí, tal vez sea lo mejor que puedes hacer, piénsalo.

-¿Sabes? Creo que quiero hacerme invisible.

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