27 dic 2011

Ni la sombra de lo que fui es lo que queda ahora en el aire

Es la hora. Se acabó el juego. La última ficha de la partida ha sido derrotada. Ya no quedan movimientos. Posiblemente nunca los hubo. Pero es hora de terminar con esto, por favor.

Yo no puedo continuar así. No puedo. Es superior a mí y a mis fuerzas. Por más que intento controlarlo siempre acaba ganándome la partida tarde o temprano. Se acabó. Quiero tener el valor para dar un paso hacia delante y empezar a vivir nuevas experencias y sensaciones. Creo que ya me toca, que ya es mi momento de una vez. No quiero seguir jugando a este juego sin fin.

Quiero volver a ser lo que era, y sobre todo, como era. Quiero poner una sonrisa delante de mí. Quiero levantarme todos los días con una sonrisa y disfrutar del día a día como si no hubiera un mañana.
Quiero hacer cosas grandes para sentirme bien conmigo misma. Quiero ayudar a los demás, pero si me destrozo, jamás podré hacerlo. Porque sé que en algún lugar habrá alguien que me necesite. Alguien a quien pueda prestarle mi ayuda. Y pienso estar ahí el día de mañana.

Jamás pensé que puediera sentir una fuerza tan grande en mi interior. Estoy preparada para llevar a cabo todo lo que me proponga. Que alguna vez me fallaré. Sí, seguro. Pero no pienso volver a tirar la toalla jamás.

Las cosas no vienen solas. A partir de ahora, habrá que salir a buscarlas.

Hoy siento que el destino me está hablando. No para de mandarme señales. Voy a empezar a dejarme llevar por mis impulsos. Qué sabio es mi subconsciente...

A ti, necesito darte las gracias, desde lo más profundo de mi ser. Nada más pensarlo me saltan las lágrimas. Porque estás ahí día sí, y día también. Porque sé que sufres más que yo por mucho que intentes ocultarlo. Porque no hay nada que me reconforte más que estar entre tus brazos. Porque no te mereces que te haga esto, me he maldecido mil veces por fallarte tanto, pero a pesar de todo, tú siempre estás ahí, sin rencores, para todo lo que necesite. Por eso y por muchísimos más, te quiero tanto.

He hecho mil y una tontería, he probado mil y una gilipollez, y he descubierto la única forma de solucionarlo. Y el principal problema, soy yo. Y pienso cambiarlo.

Se acabó soñar con imposibles. Sin querer pero queriendo, he dado el paso definitivo. El otro día me despedí para siempre. Fue el destino el que me dijo que había llegado el momento. Algún día te contaré cómo fue y qué pasó. Fue tan bonito.

Se acabó.
Sí, cuándo repetimos tanto una palabra es porque no estamos seguro de ello, porque queremos autoconvencernos de que tiene que ser así. Pero es que no hay otra opción. Es que el resto de las opciones ya se han consumido. Es eso o un pozo sin salida. Mejor no caer en él.
Mejor agarrarse a la cuerda que sobresale en la superficie, esa que te lleva hacia la luz. Hacia un nuevo destino.
Tengo mucho tiempo para aislarme y pensar con tranquilidad, asumir dentro de mí que todo va a ser así, que nada va a cambiar y que lo único que tiene que cambiar soy yo.
Un trabajo difícil, ardúo, pero no imposible. Tengo todo el tiempo del mundo para llevarlo a cabo.

Sólo es cuestión de proponérselo, y empezar. Como bien me he demostrado en las últimas semanas, cuando quiero, tengo una fuerza de voluntad que es imposible pararme. Sólo pido que no se pierdan las fuerzas por el camino.

Vamos allá. :)

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