8 ene 2012

Qué duele más, ¿la mentira o la verdad?

Hoy, aunque duela, tengo que abrir un poco la puerta a mis sentimientos.

Es como esos cuentos de hadas, o de princesas que buscan a su príncipe azul si prefieres. Es verdad, de pequeña, nunca me terminaron de gustar, demasiado ñoños quizá. Pero ahora, me paro a pensar, y sé perfectamente a qué se referían todas esas princesas de ensueño. Se referían a encontrar alguien como tú.
Porque confieso que para mí, eres perfecta.

A veces imagino cómo sería si pudiera aunque fuera rozar levemente tu piel. Lo imagino con tal fuerza que siento que te toco de verdad, y se me erizan todos y cada uno de los poros de mi piel. Y un escalofrío recorre toda mi espina dorsal.

Que sí, es verdad, dicen que las cosas luego nunca son como te las imaginas. Por eso no me gusta imaginármelo, y me duele tanto.

Pero no lo puedo evitar. No puedo evitar imaginar todas las noches cómo sería si estuvieras a mi lado, poder estrecharte entre mis brazos; o aunque ni siquiera pudiera tocarte, no me importaría, al menos podría observar a un ángel dormir.

Y es verdad, a veces la verdad, duele demasiado.

Pero a pesar de que se me claven tus palabras en el alma como puñales necesito oírlas. Un mínimo de aliento en este camino pedregoso que me hace caer una y mil veces más.
Y es que una rabia intensísima nace de lo más profundo de mi ser cuando pienso en todo lo que alguna vez pudo haber sido y tal vez nunca será. Y sí, siento tantísima impotencia. Porque no está en mi mano, a lo mejor nunca lo estuvo, tan sólo en manos de este maldito destino que me hace pagar día a día no haber tenido ese valor cuando debí.
Y no, no es tu culpa. Ni lo es ni lo será. No quiero que te sientas culpable, bajo ningún concepto. Lo último que deseo es hacerte sentirte mal.

Confieso... que por más que quiera, creo nunca voy a ser capaz de olvidarte. Siempre estás presente en mí. Eres demasiado especial. Demasiado perfecta en tus imperfecciones. Demasiado increíble ante mis ojos.

Te quiero, más de lo que me gustaría, tal vez demasiado.


Y ahora, portazo, doble vuelta de llave y aquí no ha pasado nada.

Para terminar, un pequeño regalo, porque nunca deberíamos perder la ilusión por ciertas cosas, aquí tienes mi carta a los Reyes Magos:

Queridos Reyes Magos,
Después de todos estos años, he decidido volver a escribiros, porque hay una injusticia que no puedo soportar, y sé que vosotros podréis ayudarme.
Se trata de una de las bellezas más hermosas que he visto nunca, una sonrisa preciosa que allá donde va es capaz de hacer que todo lo que está a su alrededor tenga otro color, y brille un poquito más.
Pero estoy muy preocupada, porque últimamente parece que esa sonrisa está apagada, y todo es un poco más yermo.
Por eso os escribo, porque sé que vosotros sabréis hacer algo para remediarlo.
Siempre me han dicho que no hay que ser avaricioso, y me pedir sólo una cosa. Este año sólo os pido su felicidad. Que sea feliz. Nada más.



http://www.youtube.com/watch?v=p3XFp7DU6n8&feature=fvwrel

No hay comentarios:

Publicar un comentario