1 may 2012

Coger la bici, llenar los pulmones y pedalear notando que el aire me descalza, me despeina el rumbo y, como las ruedas, giro hasta encontrar de nuevo el camino, mil veces andado, hasta la playa.
Hasta ese mar carente de oleaje que allana con su calma una orilla de artificios embarrada y extrañamente bella.
Ese mar.

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