7 ene 2011

Déjalo ya. Déjate de tonterías y de promesas que nunca cumplirás. Déjame en paz. No te creo, no creo ni la más mínima palabra que sale por tu boca. Me mientes, me engañas. Una, y otra, y otra, y otra vez. Y estoy harta, h-a-r-t-a. Me prometes cosas, y nunca las cumples. Siempre me digo, esta es la última que le paso, pero como una idiota, te vuelvo a perdonar. Aunque bueno, tal vez sea por tu afición de desaparecer durante más de dos semanas para después volver como si nada, claro, a quién no se le pasa un enfado así, si se me olvida por el camino.

A veces quiero que desaparezcas de mi vida, y otra me gustaría que la compartieras conmigo el resto de ella. Es una balanza sin equilibrio, yo lo busco, pero tú no me dejas ponerlo.

Yo no soy tu segundo plato, tal vez una vez lo fui, idiota de mí, pero tengo clarísimo que no quiero absolutamente nada contigo, por el simple hecho de que no te lo mereces, en absoluto. Yo no voy a estar esperándote, la verdad es que creo que en el fondo nunca te he llegado a esperar, porque sé el tipo de persona que eres, y lo que hay por tanto.

Me gustaría tener el valor que me falta para dar ese paso que me permitirá borrarte de mi vida completamente, y poder seguir viviendo y ser libre, quitarme este tormento que me causas una y otra vez, pero ahora mismo no estoy preparada, no tengo lo que hay que tener.

No tienes valor ninguno. A veces siento que cada día, te odio un poquito más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario