Hoy va de palabras la cosa. Y es que hasta la más
insignificante palabra como un “sí” o un “no” puede cambiar
completamente el transcurso de nuestra vida.
Siempre intentar saber elegir las
palabras adecuadas para cada momento, para poco a poco ir
construyendo tu vida, la mayoría de las veces inconscientemente, encaminada hacia un fin. No equivocarse al
seleccionar cada una de las palabras de las frases que marcan nuestro
destino, a veces, puede llegar a ser una tarea realmente ardua. Pero, qué pasa si nos equivocamos, o no decimos las
palabras que deberíamos en el momento preciso. Y si es demasiado tarde cuándo por
fin nos atrevemos a decirlas, entonces ¿qué?
Sin darnos cuenta nos habremos
predestinado a una vida que no era exactamente lo que queríamos o
esperábamos. Y entonces comienza. Empezamos a maldecirnos por no tener el valor en el momento preciso, y por culpa de ello, ahora estamos en una situación que vemos atroz y deleznable. Pensamos que nos hemos autocondenado a una vida que no es la que siempre habíamos ideado.
O tal vez, es el camino de una mejor. A pesar de martirizarnos, de pensar que hemos cometido el peor error de nuestra vida, tal vez hayamos jugado nuestra mejor carta sin ser conscientes.
No estaría mal saber todas tus
opciones. Cómo repercutirían cada una de esas palabras y qué fin
tendrían cada uno de tus actos. Y así, poder elegir, poder elegir
la vida que realmente te gustaría vivir o tener. De entre todas las
opciones, la mejor.
Pero, a pesar de todo, la vida es un
camino a ciegas que nosotros mismos marcamos. Sólo espero no
equivocarme al escoger cada una de esas palabras.
Por desgracia, la verdad es que a veces ni siquiera
somos conscientes de ello. Hablar por hablar.
Pero, al final todo se resuelve, aunque sea para mal.
Dicen que si respiras más despacio, el tiempo se ralentiza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario