29 ago 2011

Soñar

Y cuando menos lo esperas, ocurren las cosas más inesperadas. Te das cuenta que a pesar de todo la vida siempre te sorprenderá, da igual lo que hagas, cuándo menos lo esperas, no falla.

Soñar despierta sintiendo que realmente lo estás viviendo. De pronto ves realizarse uno de tus sueños y los imposibles ya no son tan imposibles. Siempre has soñado con ese momento, no de esa manera, tal vez ni siquiera parecido, ni en esas condiciones, de hecho, nunca se te ha pasado por la cabeza que algo así podría ocurrir, pero ya sabemos, las cosas nunca suceden como nos gustarían, y muchísimo menos, como las esperábamos.


Hoy llevo todo el día soñando. Ahora que he visto la carne, quiero tenerla.

Susurrarte al oído dulcemente que no tienes que tener miedo, que yo me voy a encargar de llevarte al séptimo cielo, y que te quedes a vivir en él, mientras acaricio tu suave tez casi tan delicada como el terciopelo. Entonces encuentro el valor suficiente para besarte. El roce de tus carnosos labios... hasta fusionarse con los míos en un ligero vaivén. Un tremendo escalofrío se desata y recorre mi espalda hasta el último recoveco de mi ser. Mi alma se libera y te la entrego en ese beso. Me deslizo suavemente hasta tu cuello. Te muerdo pícaramente hasta sentir cómo te estremeces. Noto como el ambiente se va caldeando. Desciendo con cuidado en busca de tus delicados senos. Tan firmes y perfectos. Dulcemente juego con ellos, con sus curvas, hasta sentir tus pezones erectos. Entonces sigo avanzando sutilmente por tu cuerpo, y de pronto desato toda mi fogosidad y recorro delicadamente esa línea que separa tu ombligo de las puertas del cielo, y le doy paso a mi lengua para que actúe con la mayor vehemencia posible, hasta que ya no lo puedas soportar. Entonces es el turno de mis manos, que se deslizan juguetonas acariciando delicadamente cada rincón de tu ser hasta fundirnos ardiendo de pasión. Y explota, y nuestras almas se convierten en una.
La ventana está empeñada. El fervor se palpa en el aire. Entonces te arropo entre mis brazos y te prometo que nunca te voy a dejar marchar, que te voy a cuidar, y que me encargaré de hacerte la persona más feliz del mundo. Y poco a poco, veo como un ángel se va durmiendo en mis brazos...





No sé si esto esta bien, ni dónde lleva. Por no saber, ni siquiera sé si se volverá a repetir. Menos mal, que soñar es gratis.


Tal vez, la solución, sólo sea dejarse llevar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario